En un mundo donde los negocios tradicionales evolucionan a pasos acelerados, pocos jóvenes pueden decir que lideran una empresa familiar con más de tres décadas de historia y la han proyectado globalmente. Ese es el caso de Máximo López-Oliver, un ejecutivo de apenas 27 años que ha asumido la presidencia de Casa Oliver, una de las compañías roneras más importantes de República Dominicana.
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Casa Oliver es la ronera más premiada de ese país caribeño, con presencia en más de 47 mercados. Fundada por su padre con raíces profundamente cubanas y con una visión artesanal del ron premium, la empresa se ha consolidado como un referente en su categoría, mezclando tradición, innovación y excelencia.
En esta conversación con Metro Ecuador, Máximo nos comparte su visión de liderazgo, el camino que lo llevó a asumir este desafío a una edad tan temprana, y el vínculo emocional y estratégico que mantiene con Ecuador, país donde vivió gran parte de su infancia.
¿Cómo se llega a ser presidente de una compañía internacional a los 27 años?
—Así es, tengo 27 años y nací en República Dominicana, mis padres son cubanos, pero mi historia tiene una conexión muy especial con Ecuador. A los 6 años me mudé a Guayaquil por el trabajo de mi madre, y viví allá más de una década. Es un país que me formó en lo personal y en lo académico.
Estudié Administración de Empresas en American University, con una especialización en Negocios Internacionales, Ciencias Políticas y Branding. Más adelante cursé una maestría en Administración Estratégica en Harvard, la cual terminé durante la pandemia de forma virtual.
Fue justamente durante la pandemia que empecé a involucrarme activamente en la empresa familiar. Ingresé al Departamento de Ventas Internacionales de Casa Oliver, y desde ahí comencé un recorrido por distintas áreas. Todo ese camino, combinado con la confianza de mi padre y los resultados obtenidos, me llevó a asumir la presidencia de la compañía en 2023. Ha sido un honor y una gran responsabilidad.

¿Cómo fue asumir el liderazgo de una empresa familiar con tanta historia y posicionamiento internacional?
—Sin duda fue un desafío. Casa Oliver es una empresa con una trayectoria sólida, construida sobre la visión de mi padre, que además tiene una herencia cultural muy fuerte. Mi padre fundó Casa Oliver hace 30 años en República Dominicana. Sin embargo, nuestra relación con este negocio se remonta al siglo XIX, ya que fue mi tataratatarabuelo quien comenzó a elaborar ron en Cuba en 1874, hace ya seis generaciones. Con el paso del tiempo, la familia salió de Cuba . Fue recién en la década de los noventa cuando mi padre decidió revivir esa tradición ronera familiar y fundar lo que hoy es Casa Oliver. Desde el inicio, entendí que mi rol como nuevo líder no era cambiar esa esencia, sino potenciarla.
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El mayor reto fue modernizar la estructura interna, adoptar nuevas tecnologías y metodologías sin perder el alma de la marca.
He tratado de construir una cultura empresarial más ágil, basada en resultados y en la excelencia continua. Casa Oliver ya tenía una gran reputación, pero había mucho potencial por desarrollar. Estoy convencido de que, con una visión global, podemos llevar esta empresa aún más lejos.
¿Cuál es la metodología para tener un ron de calidad?
—Casa Oliver nació con la visión de elaborar rones al estilo cubano desde República Dominicana, especialmente para el mercado estadounidense, aprovechando el embargo que impedía la entrada de productos cubanos a ese país. Con el tiempo, sin embargo, el principal mercado se trasladó a Europa, y la empresa fue integrando a maestros roneros de distintas nacionalidades: dominicanos, venezolanos y colombianos. Esto dio paso a una metodología única, que fusiona las tradiciones roneras de cuatro países, convirtiéndose en el sello distintivo de la marca.
En Casa Oliver se elaboran tanto rones ligeros como pesados, cada uno con características y procesos distintos según la tradición de origen. La empresa es la única en República Dominicana que combina ambos estilos en una metodología de envejecimiento que incluye una etapa inicial por separado, una segunda de fusión, y una tercera basada en el sistema de solera. Esta mezcla de técnicas estáticas y dinámicas permite obtener rones con un perfil de sabor complejo y diferenciado, posicionando a la marca como un referente en innovación dentro del mundo del ron.
¿Qué significa Ecuador dentro de tu historia personal y profesional?
—En Ecuador, la marca Puntacana se introduce para captar al segmento joven del mercado con un ron accesible, comenzando con ron blanco. Su visión es fomentar un consumo más consciente, donde se aprecien las cualidades del ron en lugar de mezclarlo o consumirlo en exceso. Puntacana busca que los consumidores disfruten del ron solo o con hielo, comenzando con opciones asequibles que les permitan evolucionar en su forma de disfrutarlo.
El mercado ecuatoriano, con un rango de precios entre 13 y 18 dólares por botella, presenta una oportunidad para ofrecer un ron de calidad que no solo se mezcle, sino que también se aprecie de manera consciente. La alianza con Grupo Licorec, con planta en Lasso, permite producir localmente con altos estándares, lo que facilita ofrecer un producto competitivo en precio y calidad.
¿Cómo has manejado el desafío de ser joven en una empresa tradicional de varias generaciones?
—Mi papá tiene 79 años, sigue activo en la compañía en una función de consultor y en la Junta Directiva. Entonces, siempre hay un balance, una conversación de tener dos perspectivas, hemos definido una ruta clara de hacia dónde queremos ir. Definitivamente, el modelo de crecimiento no es seguir creando marcas, es desarrollar las marcas que han demostrado que son exitosas.